Daniel Carrillo 11,184 Views

La profana iglesia de la transformación

El diccionario de Merriam-Webster define un Buzzword como una palabra o frase generalmente técnica que suena importante, de poco significado, utilizada principalmente para impresionar a los poco informados. Tristemente, es justo en eso en lo que se ha convertido el término de “Transformación Digital”.

La profana iglesia de la transformación

El diccionario de Merriam-Webster define un Buzzword como una palabra o frase generalmente técnica que suena importante, de poco significado, utilizada principalmente para impresionar a los poco informados. Tristemente, es justo en eso en lo que se ha convertido el término de “Transformación Digital”.

Visitando páginas web de casi cualquier empresa que venda algo relacionado con la tecnología, uno encuentra que se presentan a si mismas como la llave, la entrada, el camino o el secreto de la transformación digital. O sea: BUZZWORD. Charlatanería. Marketing. Algo mucho más relacionado con el programa “Pare de Sufrir” que con una estrategia seria de negocios.

El problema radica en que existen muchas organizaciones en donde la falta de estrategias bien fundamentadas de transformación digital, significará la pérdida de mercado o, en su versión más catastrófica, su desaparición. Nótese que mencioné “muchas organizaciones” vs “todas las organizaciones”. Estoy convencido que las generalizaciones son dañinas en casi cualquier ámbito. Pero considere el siguiente dato: 52% de las empresas que pertenecían a la lista del Fortune 500 en el año 2000, hoy día no existen más.

Transformación vs Optimización

George Westerman, investigador del MIT lo explica de la siguiente manera: “La transformación digital exitosa es como una oruga convirtiéndose en mariposa. Sigue siendo el mismo organismo, pero ahora tiene súper poderes. Desafortunadamente, cuando se trata de la transformación digital, muchos ejecutivos senior no piensan en las mariposas. Solo están pensando en orugas rápidas.

Planificar un proyecto de transformación digital, cuando en realidad se trate de uno orientado a la optimización, corre el grave riesgo de enviar el mensaje equivocado a la dirección. Suficiente ha hecho la industria para confundirnos como para sumarnos al ruido que poco aporta y que puede en cambio, desalentar inversiones relevantes.

No significa que las empresas no deban invertir en proyectos y tecnologías para mejorar sus capacidades centrales o de soporte (excelencia operativa), pero no debemos confundirlos con iniciativas de transformación digital. Se trata de alinear las expectativas del negocio con la realidad a que se enfrenta en cada industria.

Binomio inseparable

Existen dos componentes sine-qua-non para que una iniciativa pueda ser considerada una transformación digital: a) Innovación y b) Uso de tecnologías disruptivas.

La innovación demanda un cambio organizacional importante que debe ser empujado con fervor desde el más alto nivel, y requiere un marco que dé a las personas las herramientas adecuadas para desarrollarla. No se trata de poner un buzón de sugerencias o de mandar a los responsables de marketing a un curso de Design Thinking. Claro, éste desarrollo de capacidades ayuda, pero innovar de forma sistemática y acelerada con un alto impacto a la organización requiere algo más.

Por otra parte, no todo lo que suene a digital tiene el poder para ser disruptivo. Pasar un documento en papel a formato PDF puede ayudar a salvar algunos árboles, pero difícilmente será de ayuda para innovar en una industria.

Ser o no ser, ese es el dilema

Las estrategias de transformación digital tienen un potencial que sobra justificar, pero es necesario que tengan los ingredientes adecuados para lograr los resultados esperados. Diseñarlas y ejecutarlas de forma equivocada puede socavar los ánimos de los ejecutivos más entusiastas pero, no hacerlas puede cancelar de forma importante el futuro y el crecimiento de las organizaciones. ¿Existe una forma correcta de llevarlas adelante?

¿Tú qué opinas? Escríbeme tus comentarios.

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